Cigarrillo electrónico

Es un dispositivo con forma de cigarro que dispensa nicotina u otras sustancias cuando son inhalados. Tiene una luz roja en el extremo que pretende simular la brasa y emite humo. Dispone de una cápsula con un filtro con nicotina líquida pura (18 mg.), el equivalente a 15 cigarrillos y funciona con una batería. 

Valoración del producto desde la perspectiva médica y psicológica

 

  • Aunque el cigarrillo electrónico pueda considerarse menos tóxico que el tabaco convencional, el hecho de que no requiera combustión no es sinónimo de que no contenga sustancias potencialmente tóxicas.
  • La mayoría de los cigarrillos electrónicos contienen nicotina, que además de ser un tóxico cardiovascular es una sustancia altamente adictiva. El consumo de nicotina a través de los cigarrillos electrónicos provoca efectos negativos a nivel cardiovascular. En concreto, se mantiene el riesgo aumentado de enfermedad cardiovascular (infarto, angina de pecho, etc). También mantiene los efectos negativos sobre el sistema respiratorio (aumento de la frecuencia respiratoria y disminución de la inmunidad pulmonar) y alteraciones al nivel hormonal. En las mujeres embarazadas y en las lactantes, la nicotina atraviesa la barrera placentaria y se secreta por la leche, por lo que tanto el feto como el bebé sufrirán los efectos de dicha sustancia.
  • No hay evidencias concluyentes sobre la seguridad de su utilización por parte del fumador, especialmente a largo plazo.
  • Los cigarrillos electrónicos contaminan menos el aire que los cigarrillos convencionales, pero lo contaminan, como se ha podido demostrar mediante estudios de contaminación interior de partículas finas.
  • Los fumadores que utilicen el cigarrillo electrónico seguramente lo usarán en las mismas circunstancias en las que fumaban el cigarrillo convencional. De esta forma se sigue manteniendo la adicción desde el punto de vista psicológico.
  • El que pueda considerarse el cigarrillo electrónico como una estrategia de reducción de daños, por ser menos tóxico que el tabaco, obliga a delimitar muy bien las personas fumadoras que podrían beneficiarse, que en todo caso sería el de aquellas que no lo han logrado con las estrategias que cuentan con sobrada evidencia científica.
  • No existen evidencias sólidas hasta la fecha que apoyen que el uso de cigarrillos electrónicos sea una herramienta efectiva para dejar de fumar. El uso del cigarrillo electrónico generalmente se asocia a un consumo dual con tabaco convencional y el único ensayo clínico aleatorizado muestra que la tasa de abandono mediante cigarrillo electrónico es baja y similar a la de los sustitutos de nicotina. Cabe reseñar por otro lado, que a diferencia del cigarrillo electrónico, los sustitutos de la nicotina cuentan con una sólida evidencia científica, acumulada a lo largo de años sobre su seguridad y eficacia.
  • Los fumadores ya no pueden fumar en determinados lugares públicos, como los lugares de trabajo y esto hace que se hayan habituado a mantenerse sin fumar durante horas. Para muchos, esto ha sido un aliciente para dar el paso definitivo de dejar de fumar totalmente. Si los fumadores empiezan a usar el cigarrillo electrónico, volverán a acostumbrarse a usar un sustituto del cigarro en lugares donde habían aprendido a vivir sin fumar, por estar prohibido.