Hace 6 años

Tras filosofar un poquito en el episodio pasado puedo decir que: ¡sigo aguantando el tipo señores! Y con una fortaleza tremenda. Lo que viene ahora es para echar de comer aparte. El lunes 24 de febrero me realizaron una ecografía en el hospital Beata Maria Ana en pleno corazón de Madrid. Una radióloga llamada Nerea Álava, me atendió amablemente, yo la expliqué todos mis síntomas de una manera médica, la muchacha se quedó totalmente asombrado, me dijo que debía estudiar medicina. Fue la primera persona que supo comprender mi enfermedad y a la cual le estaré eternamente agradecida. Ella me explicó toda la ecografía, su proceso y distintos órganos que iba tocando. La “eco” era abdominal pero ella fue más allá, me exploró todos los ganglios que tenía en el cuello y tras ver que uno de ellos tenía un color bastante feo, me mandó una PAAF del propio. Lo del hígado no le dio importancia, únicamente sugirió un angioma, es decir, un tumor benigno, pero que ella con la ecografía no podía ver nada más. Yo sabía lo que tenía y de ella jamás voy a dar queja alguna, porque fue más allá de lo que pedía la ecografía abdominal. Además, habló con mi madre y la hizo entrar en razón conmigo, en cuestión del tema psicológico. Mi madre, la pobre, por fin encontró el camino de la luz, gracias a esta chica.
Tras hacerme la ecografía nos dirigimos a pedir cita para el PAAF, y otra vez gente amable en este hospital, yo estaba flipando. Tras eso nos fuimos a urgencias porque mi madre se encontraba con dolores muy fuertes de cabeza, producidos por todo este estrés emocional que estamos sufriendo, y ya de paso me vieron a mí también. Mi madre tumbada en una cama y yo por ahí deambulando haciendo amigos y amigas, entablando conversación con las enfermeras, en fin, me sentía en mi salsa. Llegué donde el doctor Gibert, como el de los Simpson, y me mandó repetir la analítica de sangre. Todos los baremos bien menos la bilirrubina directa que se había disparado a 0.71 muy por encima del límite, la alarma saltó y me envió rápidamente a la zona del aparato digestivo porque no era normal. Ya se empezaba a ver la luz en este hospital. Por cierto, la gente de urgencias majísima, otra vez personas amables y con un gran corazón.
En la zona de digestivo pedí cita con el doctor Pellicer para el día siguiente, pero tenía que haber pedido cita con un hepatólogo cuando me la ofrecieron, error. En fín, no importa. A la mañana siguiente, hablé con el Dr Pellicer amablemente. Yo saqué todo mi arsenal de información recopilada y él raudo y veloz, se puso a escribir en su ordenador. No hay cosa que más me duela que ver a una persona escribiendo en PC con un solo dedo, el índice. Pero el caso, es que se comportó bien, con una sonrisa de oreja a oreja y me ha mandado tres TAC: abdominal, torax y cuello. Ahora, dos meses más tarde, esto empieza a funcionar y se me toma verdaderamente en serio.
Después de mandarme los TAC, me acerqué a ver a mis amigos de urgencias y le pedí a mi amigo Gibert, cubano gran amante del beisbol, que me hiciera una analítica para ver que tal estaban mis riñones. La sorpresa fue que estaba la creatinina perfecta, es decir, si el riñón va mal, salta este disparador junto con la urea. Es decir, podía hacerme el TAC sin tener una insuficiencia renal. Pero lo que me preocupa, es que me han salido los leucocitos o glóbulos blancos bajos, no mucho pero han bajado de un día para otro 1 punto y medio. Y ya me empiezan a salir llagas en la boca, síntoma muy común y empiezo a notar cansancio. Sin embargo, tengo las piernas duras como las piedras. Así que puedo andar.
Lo gracioso fue que mientras estaba esperando la analítica, aparece mi gran salvadora, la doctora Nerea Álava y nos ponemos a charlar de todo un poco, que esté tranquilo y esas cosas. Yo la digo que lo que me apetece es comerme un buen chuletón de mi Tierra, curiosamente me suelta que ella conoce a una chica de mi pueblo que se llama Esther. En definitiva, mi vecina de enfrente hija del alcalde. Hicieron las prácticas juntas. Y mi pregunta es la siguiente: ¿Casualidad que esta chica sea quién es y que sea la persona que cambió mi manera de ver los médicos? Yo no lo creo. Alguien la puso ahí por algo, el destino está escrito de alguna manera.
Mi familia ya me empieza a creer más y no es para culparles, ellos han escuchado la opinión de los doctores, pero al ver esto, las denuncias van a ir encaminadas al miserable del internista. Denuncias o una buena patada en los cojones, que si me quedan fuerzas lo haré aunque sea la última cosa que haga.
El cariño que siento es enorme ahora mismo, en mi casa con mi familia y amigos, que aun sin saber que tengo todavía me están arropando al máximo. Yo sé que me pasa, pero todavía no se hacen a la idea de la magnitud de la gravedad. Aún así, sigo aguantando, luchando hasta el final y me moriré cuando mis piernas dejen de funcionar. Tengo un gran abuelo como ejemplo y como tal tengo que hacerle honor, en gloria esté, porque el lucho hasta el final, comiendo y caminando, aunque las fuerzas le fallasen. Así que es mejor morir de pie que vivir arrodillado.