Hace 7 años

Amanece el día y no llueve, ¡bien! Aunque estaba nublado hemos podido disfrutar de una divertida clase de surf. Nos embutimos en los neoprenos y, con la tabla debajo del brazo, atravesamos el pueblo en busca de las mejores olas. Gracias a las indicaciones de los monitores hicimos prácticas en la arena y después… ¡al agua patos! Algunos más patos que otros... El agua hizo que los chicos tuvieran un hambre voraz y comieran todo lo servido sin rechistar.
Tras un descanso, aprovechando la zona ventosa en la que nos encontramos, realizamos un taller de cometas, ¿qué es eso? Preguntaron algunos. El mejor aprendizaje es la experiencia propia, así que nos propusimos salir a volar las cometas fabricadas por ellos mismos. Armados con tijeras, papel celofán, cinta adhesiva, cañas y cuerda fuimos construyendo seis cometas con dibujos diferentes, cada una marcada con las ideas de sus creadores. Merendamos mientras terminábamos las colas y salimos a volarlas. Pero el viento no dejó que pudiésemos verlas todas juntas en el aire. Algunas incluso terminaron algo malheridas por las fuertes ráfagas… Las que sobrevivieron volvieron al hotel, incluso una de ellas está adornando nuestro balcón.
Después de la cena, nos volvimos a reunir para jugar al psicólogo, a dame un abrazo (¿Un qué?) y la versión moderna de la gallinita ciega… Por cierto, hablando de versiones se está preparando una de la Cenicienta. Seguiremos informando.