Hace 6 años

No sé si llegará el día en el que pueda contar mis vivencias a los que me sigan en la vida.
No sé si mis manos se arrugarán como se arrugaron otras, no lo sé.
Por la mañana, cuando abro los ojos por primera vez, recuerdo lo último que he hecho el día anterior para sentir que sí, que es cierto que tengo un nuevo momento y una nueva oportunidad para descubrir lo que tenga por delante.
No quiero, ya lo digo muchas veces, no quiero vivir pensando que algo que habita en mí tenga que ser necesariamente un punto definitivo que me despegue, de éste, a otro lugar.
No es mi forma, nunca lo fue, no es mi pacto con mis días, no me conformo con sobrevivir, quiero vivir plenamente. Busco no ponerle etiquetas al tiempo para que cada minuto me sorprenda por sí solo. Busco lo inmediato y lo espontáneo para que nunca me pueda arrepentir de haber tomado una decisión, si no tengo tiempo de madurar la idea demasiado, mejor, el impulso siempre me trajo buenos resultados.
El cáncer no es un arma que consiga hacer jaque mate en todos los casos. Me agarro a la vida, peleo, lato con la incertidumbre de no saber si mi sangre corre limpia o sigue manteniendo el tono positivo que tanto asusta, pero lo que sí procuro es seguir adelante. La sensación de haber llegado al filo y al límite me ha devuelto el poder apreciar con mucho más valor las cosas, tanto las pequeñas como las grandes. Aprendí a relativizar todo lo que a mí llegara, y eso me ha hecho sufrir mucho menos. Tengo momentos de encierro y hueco absoluto, como todo el mundo, pero nada es como antes, eso lo puedo asegurar.
Quiero crecer y que el tiempo crezca conmigo, quiero poder mirar todas las oportunidades que se me ofrecen, no los momentos en los que se me impuso una pérdida. Puedo levantarme cada mañana, eso no tiene precio.
Puedo mirar de frente a los ojos, nada me lo impide, y descubrir que detrás de las miradas hay gente, gente ansiosa de un sólo minuto de atención. Quiero parar el tiempo de los que me encuentre a mi paso y regalarnos sonrisas mutuas.
Si alguien llega hasta estas letras y se siente cansado, decirle que nunca se rinda, que se apoye en lo que le haga fuerte,se puede, y en compañía se puede más aún. Mi mano la tendrá siempre.
El cáncer no siempre mata, no quiero vivir pensando eso, no quiero que sea un drama para mí, ni para los míos. Es cierto que perdí mucho, dejé salud y más cosas por el camino, pero nuca dejé las ganas. Te obliga a luchar, a seguir, a vivir sin planes, a acoger lo que venga sin demasiado análisis, pero nunca me obligará a elegir la frase de mi epitafio antes de tiempo.
Cuando tenga que irme para siempre, lo sabré, creo que sí, hay certezas que se tienen tan sólo una vez en la vida.
Un abrazo
Sue
PD: esto fue escrito en pleno proceso de lucha contra el primer cáncer que viví, superado y curado, el que vivo ahora, de mama, es otro frente distinto contra el que lucharé con las mismas fuerzas que entonces.