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En ocasiones, las personas que la padecen se mantienen asintomáticas durante varios meses o años y precisan sólo control clínico periódico. Otras presentan en el momento del diagnóstico (y muchas cuando la enfermedad avanza) cansancio, dolores óseos, infecciones de repetición, etc. No es frecuente que el médico encuentre al explorar al enfermo un aumento del tamaño de los ganglios linfáticos, del hígado u otros órganos, aunque a veces se detectan deformidades en los huesos de reciente aparición.
Actualizado por el Dr. Fernando Ramos Ortega, Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH)