Apoyo religioso y espiritualidad

En un mundo cada vez más difícil, y especialmente cuando has pasando por la experiencia de la enfermedad, puedes sentir que necesitas volver a encontrar un sentido a tu vida, a lo que has vivido, encontrar respuesta a tus preguntas…

Amanecer en el mar

 

En estas circunstancias es más fácil que surja la espiritualidad. Suele salir más a flote cuando ha habido un sufrimiento importante. Necesitamos creer, encontrar explicaciones a todo aquello que nos rodea, respetar nuestro cuerpo, cuidarnos, proporcionarnos salud emocional y, siendo conscientes de nuestras emociones, responder a nuestras incógnitas.

Llegar a conseguir esta paz interior nos permite ser más eficientes, aporta mayor control emocional, seguridad y estabilidad en nuestras relaciones.

La espiritualidad es una vivencia íntima y subjetiva que tiene un significado distinto para cada persona. Solergibert (filósofo) explica que “la espiritualidad es el lado oculto de la vida. Como no la vemos, podemos creer que no es importante; pero cuando falta, nada da sentido a nuestra vida”.

La espiritualidad es una actitud ante la vida que consiste en tratar de mejorarnos, de ser más humanos, de conectar con nuestro verdadero yo, para compartirlo con los demás.

Para Solergibert, “la espiritualidad está en todas partes. Se la observa en nuestras relaciones profundas, cuando amamos lo que hacemos, cuando nos respetamos y nos permitimos detenernos sin prisas diarias para viajar a nuestro interior. Nuestros cinco sentidos nos dan información del exterior, pero también de nuestro interior”. Espiritualidad y religión no son incompatibles. La espiritualidad se puede sentir independientemente de las creencias religiosas o de la falta de ellas.

Para leer…

El asceta. Rabindranath Tagore. Ed. Alianza

Espiritualidad para escépticos: meditaciones sobre el amor a la vida. Robert C. Solomón. Ed. Paidós. 

 

Enriquecimiento personal 

A pesar de lo duro que es enfrentarse a un diagnóstico de cáncer, esta vivencia puede suponer cambios en tu escala de valores. Son muchas las personas que tras la enfermedad valoran más la vida, sienten que se han fortalecido sus creencias religiosas o espirituales, y que ha mejorado su estado emocional. Muchas personas miran al futuro con optimismo y afirman tener menos miedo a la muerte. La experiencia de la enfermedad, a pesar de su dureza, puede resultar tremendamente enriquecedora a nivel personal.

Después del diagnóstico de un cáncer es clave volver a encontrar el placer a la vida, volver a vivir a pesar de la enfermedad y los miedos. Al estudiar la capacidad del ser humano para hacer frente a grandes catástrofes y situaciones extremas, los psicólogos han acuñado un término cada vez más utilizado, la “resiliencia” que no es ni resignación, ni resistencia, ni simple rebeldía, y mucho menos conformismo. La resiliencia es la capacidad que tenemos de reaccionar y recuperarnos ante las adversidades y esto se consigue cuando empezamos a encontrarnos mejor, acallamos nuestros fantasmas y nos reconciliamos con nuestra propia vida. La resiliencia supone un alivio, una fuerza, una esperanza:  sobrellevar la enfermedad sin traumas.

Aprovechar la oportunidad para crecer a nivel humano depende de ti mismo. Se trata de un proceso “personal e intransferible”, del que dependiendo de los propios recursos y del apoyo recibido, se puede salir muy “tocado” o extraer un aprendizaje que nos ayude a vivir mejor, y nos haga más humanos y felices con lo que tenemos. Muchas personas cuentan cómo la enfermedad, al permitirles tomar conciencia de la fragilidad de la existencia, les ha ayudado a darse cuenta de lo que les importa realmente en la vida, y a no malgastar más tiempo en cuestiones que son en realidad secundarias. Esta conclusión, se convierte en una convicción, en algo que se siente, y no en meras palabras, cuando se conoce en primera persona lo que es tener cáncer, y a muchas personas les lleva a cuestionarse qué están haciendo en la vida y a replantearse su escala de valores. Puedes reflexionar preguntándote:

  • ¿Qué ha significado para mí haber tenido cáncer?   
  • ¿Qué sentido ha tenido tanto sufrimiento? ¿Podría servirme para algo?
  • ¿Me veo ahora más capaz de entender mejor a otras personas que están sufriendo?
  • ¿Me estoy dando cuenta de la importancia del presente, cuando lo que habitualmente hago es posponer el disfrute y dejarlo para el futuro?

Sólo tú puedes responderlas.

 

Claves para superar las heridas emocionales

  • Disponer de recursos personales: autoestima, optimismo, confianza en ti mismo, responsabilidad… 
  • Dar un sentido a la enfermedad, encontrar un significado a lo sucedido que permita retomar la vida, afrontar el avance de la enfermedad e incluso la muerte.
  • Apoyo social. Es importante buscar en los demás apoyo, que nos abran espacios en los que poder sentirnos seguros, descubrir el placer de conversar y de confiar. Nos ayudarán a sentir esperanza ante el futuro, fomentarán nuestra autoestima y evitarán que nos quedemos encerrados en nuestro dolor y rabia.

De esta manera, para muchas personas la experiencia supone una oportunidad para sentirse mejor consigo mismos, para desarrollar su lado más espiritual, o para vivir más acordes con sus valores.

 

Para leer…

Cuando la vida nos lo pone difícil: cómo salir reforzado de la adversidad. Ángeles Rubio. Ed. Amat.

Crecer a partir de las crisis. Bill O´Hanlon. Ed. Paidós. 

te ayudamos

 

Contenido relacionado