Familia

El cáncer no sólo te va a afectar a ti, también a tu familia y amigos más cercanos. Los cambios en las prioridades diarias, las necesidades derivadas de la enfermedad y los tratamientos alterarán el ritmo de vida familiar y las relaciones con los demás.

Mujer hablando con una joven

Si no hay razones médicas que indiquen lo contrario, te sugerimos que continúes haciendo todo lo que antes acostumbrabas a hacer. Además, os animamos a ti y a tu familia a continuar haciendo las actividades que acostumbrabais a hacer juntos y que os resultaban satisfactorias. 

Como ya sabes, cada persona reacciona de forma diferente ante las situaciones difíciles. Cada uno de nosotros somos diferentes, tenemos distintas formas de ver las cosas y distinta personalidad, por lo que también será distinta la forma de reaccionar ante una misma situación. 

La comunicación con tus familiares, con tus amigos y sobre todo, con tus hijos, te ayudará a que conozcan cómo te sientes, les ayudará a entenderte, a conocer tus miedos y preocupaciones y les permitirá ayudarte y sentirse útiles en el proceso de enfermedad. 

Tu pareja, tus hijos, tus padres, hermanos… cada uno de ellos afrontará tu enfermedad de un modo diferente. Es posible que al principio estén más intranquilos, pero probablemente vuestra vida irá normalizándose poco a poco, aprendiendo a vivir el día a día y disfrutando de los ratos que pasáis juntos. 

Si tus hijos son pequeños, es básico que hables con ellos. Sin duda, el niño notará que algo pasa y, especialmente en estos momentos, necesita que sus padres le tengan en cuenta. No es bueno apartarle. Los niños tienen una capacidad de adaptación mayor que los adultos. Cuídalos, pero confía en ellos.

Los adolescentes viven en una etapa confusa en la que se están buscando como personas. Necesitan saber qué está pasando. Pueden reaccionar de muchas formas: con rebeldía, con una excesiva responsabilidad, aislándose de la familia, llamando la atención…, son formas de intentar adaptarse. Será más fácil para todos si se les implica en las tareas y decisiones familiares. Acércate a ellos pero respeta también su propia independencia, la necesitan.

Con respecto a los padres, la enfermedad de un hijo, por adulto que éste sea, supone sufrimiento, especialmente por la impotencia de no poder hacer nada. Hablar sobre la situación, compartirla, es el primer paso para ayudarles a que sientan que pueden hacer algo por ti. Suele ocurrir que en su afán de ayudar, los padres ejercen una sobreprotección, a veces excesiva, que entre todos tendrán que manejar.

Hay varias cosas que pueden ayudarte a hablar con tu familia, siempre respetando el ritmo de cada uno, incluido por supuesto el tuyo propio.

 

 

Padres y hermanos 

 

Probablemente tus padres serán, junto con tu pareja e hijos, las personas de tu entorno que resulten más afectadas por tu enfermedad.

Durante un tiempo, sobre todo al principio, es posible que los notes algo intranquilos, aunque su tranquilidad sea lo que tú más deseas y necesitas. 

Tus padres, hermanos, cada miembro de la familia tendrá un mayor o menor grado de implicación en tu cuidado, pero lo cierto es que ninguno podrá dejar de sentirse afectado. 

En ocasiones, puede que notes que tus padres y hermanos sufren y lo están pasando mal. Para tus padres, y si eres madre o padre lo entenderás aún más, es difícil aceptar y entender la enfermedad en un hijo. Es posible que les notes preocupados, que traten de cuidarte y de dedicarte más tiempo, a veces incluso tratándote como un niño. Esto es comprensible. Se trata del deseo de proteger a los seres queridos; sin embargo, con frecuencia es imposible. 

Si tienes algún hermano puede que estés preocupado por si le puede pasar también a él (VER FACTORES HEREDITARIOS en cáncer de mama). A lo mejor él también está preocupado. Si lo has notado inquieto por este motivo, es conveniente que lo habléis los dos, que compartáis cómo os sentís, cuáles son vuestros temores, que expreséis vuestras necesidades. Si lo veis necesario, podéis hablar con tu oncólogo y podéis también informaros acerca de la posibilidad de participar en un programa de CONSEJO GENÉTICO.

Hablar con tus familiares te ayudará a la hora de hacerles saber cuáles son tus necesidades, cómo pueden ayudarte. Trata de expresarles abiertamente lo que necesitas de ellos. Por ejemplo, puedes decirles algo así:  “no necesito que me visites en casa pero ¿te importaría acompañarme al hospital?” Trata de entender que esta situación también es nueva para ellos y afronta la enfermedad con normalidad. Si ellos ven cómo vas aceptando y adaptándote a tus circunstancias, es posible que se sientan más tranquilos.

 

La serenidad a la hora de vivir la enfermedad y la comunicación son las mejores herramientas de ayuda para ellos en estos momentos. 

 

 

Cuando hay niños en la familia 

 

En esta situación, es completamente comprensible que quieras proteger a tus seres queridos, especialmente a los niños. Pero ocultándoles la enfermedad o evitando hablar de ella no vas a lograr protegerles y lo único que puedes conseguir es que se sientan peor.

Hablar con niños

Cómo afronten nuestros hijos y nietos la enfermedad va a depender en gran medida de cómo nosotros, y los que nos rodean, afrontemos la misma. Los niños aprenden a través del comportamiento de los demás, especialmente de sus padres. Por eso, es tan importante tu actitud ante la enfermedad, cómo vives y afrontas esta situación, y la comunicación con tus hijos. 

Cuando hables con ellos de tu enfermedad y de cómo te sientes es importante que tengas en cuenta su edad. Tus hijos y nietos necesitan saber qué te está pasando, dónde estás cuando no estás en casa y que les quieres, aunque ahora no les puedas dedicar tanto tiempo. Cuando ellos tienen esta información, disminuyen sus miedos y preocupaciones y se sienten más tranquilos ante la nueva situación que están viviendo. 

Seguir adelante no es fácil, pero la vida familiar debe continuar. En general, tu vida irá normalizándose poco a poco y aprenderéis a convivir con visitas frecuentes al hospital, con las actividades diarias, los ratos de diversión y ocio y con la idea de vivir cada día con plenitud.

A continuación te ofrecemos una serie de pautas que puedes seguir para hablar con tus hijos y nietos. 

  • Es importante que sepan lo que te pasa; aunque te preocupe su reacción y quieras protegerles, ellos pueden imaginar o pensar que la situación es mucho más grave de lo que es en realidad, y que por esta razón, no se les cuenta nada. Ocultarles información no es lo más adecuado. 
  • Explícale las emociones que podéis sentir en estos momentos, que es normal que estéis más tristes, preocupados, etc. También dale pie a que te cuente cómo se siente él. 
  • Cuando hables adapta la información a su edad y nivel de comprensión, ofreciéndoles la información poco a poco, de manera sencilla pero veraz, que la puedan comprender. Dales la oportunidad de preguntar todo aquello que necesiten saber. 
  • Es conveniente informarle pronto porque lo más probable es que el niño sea consciente de que “pasa algo raro”. Lo más adecuado es que le cuentes tú mismo lo que pasa, pero si no te sientes capaz o estás muy angustiado, algún familiar cercano puede ayudarte.
  • No te preocupes si no tienes respuestas para todo. Si no sabes cómo responder a una pregunta, no pasa nada porque le digas que en este momento no sabes la respuesta pero que lo vas a averiguar.
  • No le mientas y no le hagas promesas que no estés seguro de poder cumplir.  

Si lo consideras adecuado, puedes solicitar orientación a los psicólogos de la AECC que podrán ayudarte a saber qué información puedes dar a tus hijos, cómo hacerlo, etc. Puedes contactar con nosotros pidiendo cita en la sede de tu provincia, llamando a Infocáncer (900 100 036) o a través de nuestro consultorio online

 

¿Cómo les va a afectar la enfermedad?

Cada niño es diferente. Algunos niños se muestran muy preocupados ante la enfermedad de su padre/madre, mientras que otros pueden reaccionar como si no pasara nada. Las reacciones de nuestros hijos dependerá de muchas cosas no sólo de lo que les contamos, también de su edad, de su personalidad, de su experiencia previa con la enfermedad (información previa) y de nuestra actitud y comportamiento ante ella.

Otros niños pueden sentirse culpables. Por eso, es importante hablar de ello con tus hijos y que sepan que nada de lo que hayan hecho es la causa de tu enfermedad. 

 

La vida continúa... su vida continúa

A pesar de tu enfermedad, de la interrupción que el diagnóstico y los tratamientos pueden suponer en tu vida, comprobarás que el mundo sigue y necesita seguir moviéndose… Tus hijos y/o nietos tienen que mantener el ritmo de su vida diaria y, aunque a veces sea difícil, la vida familiar debe continuar

 

Los cambios físicos... ¿Cómo les afectan?

Es importante que estén informados de los posibles efectos secundarios de los tratamientos que vas a recibir (cirugía de la mama, cicatriz, caída del cabello, cambios de peso, etc.). Prepárales ante los cambios físicos que vas a experimentar. Habla con tu médico sobre ello y después habla con tus hijos.

 

Si me pregunta... ¿te vas a morir?

Si tus hijos o nietos te hacen esta pregunta, es muy probable que te sientas muy triste y preocupado. Es una pregunta difícil de responder y es posible que no sepas qué contestarles. Pero también es cierto que los niños, especialmente los más pequeños, pueden hacer esta pregunta con total naturalidad y debéis estar preparados.

Es muy importante que trates de saber por qué te hacen esta pregunta. Pregúntales que por qué te lo preguntan. Su respuesta te permitirá saber qué es lo que les preocupa y te facilitará poder tranquilizarles.

De nuevo, su edad y su madurez, y también el momento en el que te lo pregunte (la inminencia o no de la muerte), serán los aspectos más importantes a tener en cuenta antes de responder. Una de las cosas más importantes que tus hijos necesitarán saber es que les vais a dar siempre una información sencilla pero veraz y que vais a estar disponibles para hablar con ellos si hay novedades. 

 

¿Cuándo debo buscar ayuda para mis hijos?

Puede ocurrir que te cueste reconocer cuándo tu hijo tiene un problema emocional o de conducta. Pero en caso de duda o preocupación solicita apoyo o habla con personas significativas de tu entorno y que conocen bien al niño (profesor, otros miembros de la familia…). Ésta puede ser la mejor forma de darse cuenta de si el niño y tú podéis beneficiaros de un tratamiento o apoyo psicológico para afrontar mejor este proceso.

Si lo consideras adecuado puedes ponerte en contacto con nosotros. En la aecc ponemos a tu disposición un servicio de atención psicológica gratuito en el que psicólogos especialistas valorarán tu situación y plantearán la atención que mejor se ajuste a tu caso.

 

Si lo deseas puedes descargarte este documento en el que encontrarás una información más detallada sobre cómo hablar con los niños de tu familia.

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