Cuidados estéticos para pacientes con cáncer

Una vez terminado el tratamiento y dejando pasar un mes y medio aproximadamente, para que el cuerpo elimine la medicación que le queda, ya se pueden comenzar a realizar tratamientos corporales y faciales más profundos (tensores, reafirmantes, regenerantes, antiarrugas, remodelantes, de contorno de ojos...).

Se debe realizar un nuevo análisis de la piel para adaptar las cremas a las nuevas necesidades.

Se debe tratar el cuero cabelludo y el pelo incipiente con productos para fortalecer el cabello, y que salga con más vigor y fuerza. Si has perdido el cabello durante el tratamiento, cuando comienza a salir, te encontrarás un primer pelo fino o “pelusilla”, de nacimiento irregular y diferente densidad en función de las zonas. Es posible que estés reacio a rasurar este primer pelo, pues has esperado mucho tiempo el nacimiento del mismo. Pero es aconsejable que lo hagas, ya que el cabello se ve fortalecido y se alcanza un crecimiento homogéneo.

El pelo suele salir diferente a como se tenía en origen; normalmente más oscuro, a veces con un mayor número de canas, a veces encrespado o rizado. Una vez más, la adaptación a tu nueva imagen no será fácil.

Si has utilizado un postizo, se puede readaptar la prótesis con otros sistemas de sujeción a tu cabeza. Se pueden cambiar los cortes de las pelucas para adaptarse a los nuevos volúmenes. Es sumamente importante que la prótesis sea lo más transpirable posible para no “ahogar” el nuevo pelo y que los períodos de descanso sean mayores.

Si vas a comenzar a usar tintes, es imprescindible que te realices antes unas pruebas de alergia, pues es habitual la permanencia de las alergias habidas durante los tratamientos (el cuerpo tarda un tiempo en “depurarse de la toxicidad” de los tratamientos).

De cualquier manera en este momento ya estás de enhorabuena pues se ha superado la difícil etapa del tratamiento del tumor.

 

 

El pelo

 

Siempre, al terminar el tratamiento de quimioterapia vuelve a salir el cabello. El proceso es reversible, ya que la quimioterapia no destruye los folículos pilosos, sólo detiene temporalmente su actividad.

Sólamente hay un caso en el que no vuelve a crecer, y es al recibir radioterapia en la zona de la cabeza ya que se produce una quemadura y la piel cicatriza (casos de tumor cerebral o metástasis cerebrales).

Raramente se ha visto algún caso en el que el pelo no se ha recuperado en su totalidad, que nace debilitado, con calvas o poca población. Esto no es lo habitual, pero para reforzar la salida se recomienda facilitar en todo momento la transpiración, hidratar y oxigenar el cuero cabelludo y activar la circulación con masajes apropiados.

 

¿Cuándo volveré a tener pelo?

A partir del mes de haber recibido el último ciclo de quimioterapia comienza a crecer el pelo. Al principio crece una “pelusilla” similar a la de los bebés. Probablemente crezca con más densidad por unas zonas que por otras.

Por eso, es recomendable rasurar este primer cabello para que comience un crecimiento homogéneo. Se debe tratar el cuero cabelludo y el pelo incipiente con productos para fortalecer el cabello, y que salga con más vigor y fuerza.

 

 

La piel

 

Una vez terminado el tratamiento, y dejando pasar un mes y medio aproximadamente, para que el cuerpo elimine la medicación que le queda, ya se pueden comenzar a realizar tratamientos corporales y faciales más profundos (tensores, reafirmantes, regenerantes, antiarrugas, remodelantes, de contorno de ojos...).

Se debe realizar un nuevo análisis de la piel para adaptar las cremas a las nuevas necesidades.

 

 

Mi imagen tras los tratamientos 

Los tratamientos conllevan una alteración de la imagen corporal a la que necesitarás adaptarte.

 

Algunas personas pueden sentir dificultades para aceptar su imagen, pueden sentir rechazo hacia su cuerpo y su aspecto físico, pueden sentirse mutilados, avergonzados o diferentes. Pueden también sentirse menos atractivos. Sobre todo en los más jóvenes, los que no tienen pareja estable, o los que conceden mayor importancia a su imagen, pueden surgir estos sentimientos, y como consecuencia evitar numerosas situaciones sociales (ir a la piscina, a la playa, contactos íntimos, reuniones con amigos…)

Comprueba si algo de esto te está ocurriendo a ti. ¿Haces cosas para evitar ver o tocar tu cicatriz (no mirarte en el espejo, no tocarte la cicatriz ni siquiera en la ducha para enjabonarte…)? Cuando estás con tu pareja, ¿haces cosas para evitar mostrar o que te acaricie la cicatriz (como apagar la luz cuando antes no lo hacías, evitar las relaciones sexuales…)? ¿No quieres que te vean sin pelo? ¿Empiezas a evitar reuniones sociales porque temes que pueden rechazarte o tratarte de forma diferente? ¿Evitas ir a la piscina o a la playa cuando antes te gustaba?... 

Si éste es tu caso, es posible que tengas dificultades para aceptar los cambios que los tratamientos han producido en tu imagen. Es algo normal y comprensible y les ocurre a muchas personas que han sufrido cambios en su aspecto físico debido a la enfermedad y los tratamientos. Necesitarás un tiempo para adaptarte a estos cambios, ya que pueden repercutir en tu estado de ánimo, en tu forma de verte, y en tus relaciones con los demás. Pero no olvides que muchos de estos cambios son temporales (caída del pelo, alteraciones en la piel, etc) e irán desapareciendo poco a poco tras la finalización de los tratamientos

Aún así, si observas que estos sentimientos de tristeza o ansiedad aparecen o son muy intensos, o si empiezas a evitar situaciones sociales o personales, puedes acudir a un psicólogo especializado que te ayudará a ir afrontando poco a poco todos estos cambios.

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