Hace 11 años

ESTO ES ALGO QUE ESCRIBÍ HACE MUY POCO Y QUE OS DEJO AQUÍ POR SI A ALGUIEN LE PUDIERA AYUDAR LEERLO. CON QUE AYUDE A UNA SOLA PERSONA, ME DOY POR MÁS QUE SATISFECHA. NO ES BIOGRÁFICO:

NUCAS
Unas con más y otras con menos pelo.
Nucas. Algunas redondeadas por su norte, otras en cambio más puntiagudas.
Nucas con melenas largas o medias melenas.
Con adornos en el pelo o sin ellos.
Nucas calvas y nucas con coronilla.
Yo sólo veía nucas.
Iba sentada en la última fila del autobús y eso es lo que veía: nucas! Cabezas que me daban la espalda.
De vez en cuando, alguien miraba para un lado o por la ventanilla y era ese el preciso instante en el que yo ponía cara a esa “nuca”.
Rostro a una cabeza sin cara el grueso del trayecto. Y yo empezaba a intentar adivinar qué clase de vida llevaba esa persona de nuca sin rostro.
A través de sus ropas, de sus ornamentos, de su edad, de su sexo, de sus posturas tanto de pie como sentados en el autobús, intentaba yo elucubrar cual sería su estilo de vida, a qué se dedicarían, donde irían o por qué…
Por ejemplo, delante de mí se encontraba una nuca de joven estudiante universitaria que escribía incesantes mensajes instantáneos con su teléfono móvil, al que no daba tregua y que, de seguir así mucho más tiempo, pronto agotaría su batería. Su nuca iba cubierta por una larga cabellera color caoba, pelo liso, lacio, al que adornaba una discreta diadema a cuadritos escoceses.
Muy cerca delante de ella, mochila en hombro, había de pie una nuca cubierta de rastas, que muy probablemente perteneciera a otro estudiante, aunque algo más joven que la nuca universitaria.
Esta nuca de rastas iba adornada de unos llamativos auriculares negros con calaveras color verde que hacían que la pierna derecha del joven muchacho se moviera oportunamente al compás de la música que llegaba a sus oídos. Una nuca desaliñada. Rasposa. Desagradable a mi vista, pero con ritmo, eso sí.
Junto a él, y también de pie, se hallaba la nuca de una mujer con corte de pelo clásico como clásicas eran sus vestimentas. No llegué a ver bien su rostro pero vislumbré patillas de gafas de acetato. Patillas que no brillaban. Y ella tampoco. Su mano izquierda se aseguraba la postura agarrándose con fuerza al asidero del autobús mientras que su mano derecha asía un libro de papel… Sí, de papel. ¡Aleluya! Todavía queda gente que sin rodearse de electrónica, no ha cedido el gusto por la lectura. Esa lectura que precisa de pasar cada página al término de la misma así como dejar un marcapáginas cuando nuestra grata lectura toca a su fin y debemos guardar nuestro libro de papel en el bolso, mochila, maletín o en aquella bolsa que un día nos dieron en un comercio del barrio y que sin duda amortizamos extendiendo su uso al de portadora de nuestro libro.
Gracias lectora de nuca con corte de pelo anticuado y gafas de acetato. Gracias porque el olor a “libro” no es comparable a la electrónica que nos invade, por muchas manzanas que tenga su logotipo de empresa.
También había gente anciana en el autobús. Sus nucas, a diferencia de las anteriores, eran de colores que oscilaban entre el blanco y el gris pasando incluso por algo de color lila. Sus melenas eran cortas y bien peinadas. Eran nucas de abuelitas de las de toda la vida. De abuelitas como la tuya y la mía. Gente entrañable que hablaba algo más alto de lo normal sobre el altísimo precio de las verduras y de lo mucho y fuerte que frenaba el conductor del vehículo municipal, “¡Qué barbaridad, oiga Usted!”
Una de estas dos nucas, la más grisácea de tono capilar, dejaba al descubierto la falta de cabello por su parte más norteña, sólo visible cuando se agachaba.
Y de repente la vi.
Iba de pie y miraba para todos los lados, por lo que cambiaba constantemente de postura. Era de estatura media. Poco peso. Muy abrigada. Su ropa era actual en tonos oscuros. La mirada puesta en todos los sitios y en ninguno a la vez.
Pero su nuca… era diferente. Esta nuca en particular iba cubierta de un pañuelo con vivos colores, anudado en lazo por la parte posterior de su cabeza.
El pañuelo no ocultaba su pelo sino más bien la falta del mismo.
Tenía cáncer.
Su nuca iba completamente desnuda bajo ese colorido pañuelo. Su mirada cansada pero preparada, alerta y viva.
Esa fue la nuca que más me conmovió y la que removió algo en mi interior. Porque una vez, esa nuca fue la mía y hoy, mi nuca está cubierta de largo pelo castaño al que adorno con diademas, ganchos, gomas y cualquier otra cosa que se me ocurra.
Elegí esa nuca porque tiene cura. Porque el pelo le volverá a crecer con más fuerza, con más brillo y con más ganas que nunca. Y entonces, ese colorido pañuelo, bajará un peldaño y pasará de ocultar su alopecia a calentar su cuello.
Esa fue mi nuca del día. Y la mía, se estremeció al elegirla.

Texto de Carmen Algarra
Hace 11 años

Hola Carmen, ya te puedes dar por satisfecha, porque tu sensibilidad ante algo tan común como una nuca me ha emocionado. ¡Cuanta falta nos hace personas como tú, que con vuestro "don" de la palabra escrita hacéis que nos evadamos de nuestros problemas. Desde que tengo el cáncer me he vuelto muy sensible, y me gusta, porque pienso que han vuelto a mí esas emociones que a lo largo de la vida, quizás por su dureza o su egocentrismo, hemos ido perdiendo. Es bonito emocionarse al ver una imagen tierna, ante el dolor ajeno, ante todas esas situaciones que nos desbordan, es humano y sin embargo creo que lo endurecemos, lo criticamos y nos dá vergüenza admitirlo. A veces unas lágrimas te ayudan a contener esa rabia que tenemos dentro por nuestra enfermedad o nuestros problemas.

A partir de hoy, miraré las nucas (y a las personas) de una manera diferente gracias a tí

Gracias por este ratito y por hacerme recordar que dentro de mí aún tengo sensibilidad.

Hace 11 años

Gracias Carmen. Se agradece muchísimo leer un texto con tanto sentimiento. Vivimos demasiado aislados, centrándonos sólo en nuestros problemas. No sólo el pelo crece con el tiempo, todos vosotros crecéis como personas. Se supere o no, un cáncer cambia tu vida, y a pesar del dolor, yo creo que la cambia a mejor. Volver a ser sensible, como dice Manolo, volver a gozar con las pequeñas y sencillas cosas cosas de la vida diaria, ser más agradecidos y solidarios, no fijarse grandes objetivos...todo eso nos han enseñado nuestros pelones. Un abrazo.

Hace 11 años

Querido amigo Manolo,

Permíteme que te llame "amigo" después de leer tu respuesta a mi ensayo.

Jamás pensé en recibir una contestación tan bonita a algo escrito por mi.

Es la primera vez que publico algo mío (a pesar de escribir desde muy jovencita) porque me daba vergüernza que la gente me leyera. Esta vez sí se lo enseñé a dos personas: a mi madre nada más acabar de escribirlo y a mi psicóloga en la AECC.

Las reacciones fueron tales que me decidí a publicarlo aquí por si podía aún llegar a alguien más. Y has aparecido tu, Manolo. Y debo decir que eres TU quién me ha emocionado a mi!! Y mucho!!

Por supuesto que es bonito emocionarse. Y sabes que más es, Manolo?? Sinónimo de que estamos vivos!! Sinónimo de que nuestro corazón late!! Y si el cuerpo nos pide emocionarnos, pues nos emocionamos. Si nos pide reír, pues riamos. Si nos pide llorar, pues lloremos. ¿Por qué no?, nada de esto puede ser malo cuando nuestro cuerpo y nuestra alma nos piden hacerlo, no crees?

Y es cierto, a raíz de una enfermedad o un momento muy duro en la vida, nos volvemos más sensibles. Tanto enfermos, como familiares de ellos, y quizás porque nuestra fragilidad sea mayor, nos acerque más al mundo de los sentimientos.

En mi caso particular ha sido a raíz de la perdida de mi padre el pasado día 1 de junio, a consecuencia de un irreversible cáncer de pancreas que además tenía metástasis. Realmente me resulta más fácil ayudar a los demás que ser ayudada yo misma. Sólo mi psicóloga en la AECC consigue llegar a mi sin problema. Ninguna otra frase dicha por nadie más, por cercano a mi que sea, tiene contenido para mi alma. Todas las frases de ánimo me suenan vacías y sólo lo que mi psicóloga me dice, me comenta o me razona, me llena y me ayuda. Nunca estaré suficientemente agradecida a Dios por haberla puesto en mi camino en estos momentos tan duros. Y a ella le dedico mi ensayo aquí. Va por tí, M.!

Quisiera decirte algo más Manolo:

Siento muchísimo que tu también padezcas esta enfermedad, pero quiero que sepas que yo estoy aquí para tí.

Mi nuca es tu nuca. Mis palabras son tus palabras. Y siempre que me busques, me tendrás.

No voy a preguntarte nada sobre tu enfermedad y dejo que seas tu mismo quién, si quiere y le apetece, me cuente sobre la misma. Puedes hacerlo o bien por aquí, o bien por privado a galileo1919@gmail.com, que es mi correo personal.

Si quieres reir, reiremos juntos. Si necesitas llorar, lloraremos juntos. PERO JUNTOS!! No estás solo en tu lucha, Manolo!! Somos muchos los que estamos por aquí para tí y para todos los que nos necesitéis. Y yo soy una más que está a tu lado para lo que necesites de mi en este trance de tu vida.

Ríe, llora, salta, grita... VIVE MANOLO!!

Ánimo amigo!!

P.D. Mi nick aquí "blackelara" es el color y nombre de mi gata mayor (se llama Elara y es negra), pero mi nombre como ya sabes es CARMEN.

Hace 11 años

Gracias Conchivila,

El texto no es biográfico, pero sí he vivido la perdida de pelo de 2 amigas con cáncer de mama y la quimio de mi padre y mi abulo paterno.

Y efectivamente, el pelo crece y mis amigas están más guapas que nunca.

A veces las pequeñas cosas son las que más y mejor alimentan el alma. Y mi NUCA está encantada de haber conocido las vuestras!!

Hace 11 años

Muchas gracias Carmen, en estos momentos, al leer tu contestación me he quedado colapsado y solo me sale gracias.

Hace 11 años

Muchisimas gracias Carmen. Me ha encantado tu sensibilidad y entrega.Un abrazo y que nunca más tengas que vivir situaciones parecidas. Un fuerte abrazo.