Conoce tu piel

La piel es el órgano más grande del cuerpo, pues lo recubre en su totalidad, y tiene distintas funciones esenciales para la vida.

Entre ellas, las más destacables son, en primer lugar, la regulación de nuestra temperatura corporal gracias a que es capaz de adaptar el flujo de nuestra sangre para conservar el calor en condiciones de frío ambiental, o disipar el calor cuando existen altas temperaturas ambientales. En segundo lugar, nos ayuda a eliminar sustancias de desecho a través del sudor y puede absorber algunas sustancias que sean administradas. En tercer lugar, es la encargada de sintetizar la vitamina D, esencial para nuestra salud, y, por último, es una de las barreras con las que cuenta el cuerpo para defenderse, pues activa al sistema inmune si se detecta algún invasor y nos protege de toxinas ambientales, patógenos y de las radiaciones ultravioleta.

Sin embargo, la reacción de la piel a estas radiaciones ultravioletas es diferente según el tipo de piel que tengamos, pues no todas son iguales. En concreto, la sensibilidad de la piel a los rayos del sol y otras radiaciones ultravioletas dependerán del fototipo de piel que tengamos.

¿Qué y cuáles son los fototipos  de la piel?

La radiación ultravioleta siempre provoca un daño genético en las células de la piel y para evitar producir más daños, la reacción de la piel es producir melanina, el pigmento responsable de dar color a la piel, aumentando su cantidad y oscureciendo nuestro color, o lo que se conoce como bronceado.

El fototipo de la piel hace referencia, por tanto, al tipo de reacción que tiene la misma en respuesta a la radiación ultravioleta, y a la capacidad que tiene para adaptarse y contrarrestar sus efectos.

Hay diferentes formas de clasificar los fototipos de la piel, pero la más utilizada es la clasificación creada por el dermatólogo Thomas Fitzpatrick en 1975 que distingue 6 fototipos cutáneos:

  • Fototipo I: es aquella piel excesivamente sensible a la radiación ultravioleta por lo que siempre se quema, nunca se broncea y se descama muy notablemente. Suelen ser pieles muy blancas en personas con pelo y ojos muy claros. Necesitan un factor de protección muy alto (SPF ≥50).
  • Fototipo II: es aquella piel sensible que se quema casi siempre fácilmente, alguna vez se broncea y se descama de forma notable. Suelen ser pieles blancas en personas con ojos azules o pardos y pelo claro. Necesitan un factor de protección muy alto (SPF ≥50).
  • Fototipo III: es aquella piel que se quema moderadamente y se broncea progresivamente. Suelen ser pieles blancas-beige en personas con ojos y pelo pardos. Necesitan un factor de protección entre medio y alto (SFP 30-50).
  • Fototipo IV: es aquella piel que se quema moderadamente y se broncea con facilidad y de forma inmediata al exponerse al sol. Suelen ser pieles ligeramente tostadas en personas con ojos y pelo pardos u oscuros. Necesitan un factor de protección entre medio y alto (SFP 30-50).
  • Fototipo V: es aquella piel que raramente se quema y se broncea con facilidad e intensidad. Suelen ser pieles morenas en personas con ojos y pelo oscuros. Necesitan un factor de protección medio (SFP mínimo recomendable 30).
  • Fototipo VI: es aquella piel que no se suele quemar y se broncea intensamente. Suelen ser pieles muy oscuras en personas con ojos y pelo oscuros. Necesitan un factor de protección medio (SFP mínimo recomendable 30).

Si quieres conocer qué fototipo de piel tienes haz el test en nuestra web.

El fototipo nos ayuda a determinar la protección que debemos utilizar pues, aunque nuestra piel no se queme con facilidad, el daño que ocasiona la radiación ultravioleta tiene efectos negativos en nuestra salud.

Descubre más sobre los efectos de la radiación ultravioleta en la piel en nuestra web.

Reacción de la piel a la radiación ultravioleta

Además del fototipo que tenemos, hay que tener en cuenta que se pueden presentar algunas condiciones que determinen la reacción que tenga nuestra piel a la exposición solar pudiendo provocar una mayor fotosensibilidad.

Es el caso del uso de algunos fármacos y cosméticos, o la presencia de algunas enfermedades o reacciones del sistema inmune. La reacción de la piel en estos casos puede producir:

  • Urticaria solar: se manifiesta como erupciones o habones grandes y rojos que aparecen con tan solo unos minutos de exposición a la radiación ultravioleta. La gravedad de esta lesión cutánea está directamente relacionada con el tiempo de exposición y, de hecho, si es prolongado pueden aparecer otros síntomas como cefalea, somnolencia y náuseas. No existe tratamiento más que tomar las medidas de protección adecuadas.
  • Fototoxicidad: se manifiesta como una quemadura o eritema intenso, con dolor e inflamación, que aparece después de haber estado la piel expuesta a la radiación ultravioleta y haber tomado ciertos fármacos (tópicos, orales o intravenosos), compuestos químicos (incluidos plantas) y/o haber aplicado sobre la piel algún cosmético (perfumes, aceites, colorantes, etc.). Para evitar esta reacción se deben tomar las medidas de fotoprotección necesarias.
  • Fotoalergia: también conocido como alergia al sol, es un enrojecimiento y descamación, a veces en forma de machas, ampollas, edemas o incluso urticaria y picor intenso, en la cual, el sistema inmune produce una reacción tras aplicar lociones, protectores o cualquier otro elemento externo y estos entran en contacto con la radiación ultravioleta. No es tan inmediato como los dos casos anteriores, pues puede aparecer incluso a las 72 horas de haber estado expuestos. En este caso, es primordial extremar las medidas de protección.

¿Qué población tiene mayor riesgo de tener un daño en la piel?

Toda la población debe saber que las radiaciones ultravioletas producidas por el sol y por otras fuentes pueden provocar daños en su piel aumentando el riesgo de cáncer, sin embargo, algunas poblaciones deben tener especial atención independientemente del fototipo de piel que tengan.

Población infantil-juvenil:

La piel es más sensible en las etapas infantiles que en la edad adulta y por ello puede presentar reacciones adversas con más frecuencia. Y, además, la piel “tiene memoria” porque acumula el daño de las radiaciones solares en nuestras células cutáneas. De hecho, hay evidencia que muestra que la piel que se ha dañado/quemado intensamente antes de los 10 años tiene un mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel a partir de los 30 años.

Este hecho es importante ya que no solo hay que tener en cuenta la exposición solar de los niños cuando están en la playa/piscina o montaña en su periodo vacacional, sino que también hay que tener en cuenta la exposición diaria, cuando hacer actividades recreativas en su vida cotidiana.

Deportistas:

Tanto los deportistas profesionales como los amateur deben incluir la fotoprotección en su rutina, sobre todo si dicha actividad se realiza al aire libre pues, además, el tiempo de exposición solar suele ser muy prolongado.

El lugar donde se practique el deporte también va a influir en el efecto de la radiación ya que, por ejemplo, la nieve es capaz de reflejar la radiación ultravioleta hasta en un 85%, mientras que el agua o la arena puede reflejar la radiación entre un 10-20%, y la hierba o el asfalto hasta en un 5%. Lo mismo ocurre con la altitud a la que se practique el deporte, pues la radiación aumenta en un 4-5% cada 300 metros.

Además, cuando se realiza deporte es común sudar, lo que puede reflejar la luz haciendo que sea más fácil quemarse. Por ello, es necesario que la protección que se utilice tenga en cuenta todos estos factores.

Actividad laboral:

La población que trabaja al aire libre, como pueden ser los agricultores, personal de construcción, etc., es población de alto riesgo por pasar muchas horas expuesta a la luz solar, independientemente del clima y la estación, lo que aumenta el riesgo de daño en la piel. De hecho, la OMS ha declarado que la exposición a la radiación solar ultravioleta es una de las principales causas de muerte por cáncer relacionado con el mundo laboral. Por ello, la sensibilización y otras medidas para reducir el riesgo de cáncer de piel entre los trabajadores es fundamental para crear entornos de trabajo seguros y saludables.

Población de alto riesgo:

Las personas que, debido a que su piel tiene una serie de particularidades, tienen un mayor riesgo de desarrollo de cáncer de piel, de hecho, los estudios indican que estas personas desarrollan un mayor número de cánceres de piel con respecto a la población “sana”.

En concreto, son aquellas personas que han recibido radioterapia, pues este tratamiento provoca alteraciones en el material genético de las células de la piel que reciben esta radiación. Además, suele provocar un aumento de la sensibilidad de la piel a la luz solar, por ello deben extremar los cuidados frente a las radiaciones UV.

También son población de riesgo aquellas personas que padecen enfermedades que causan inmunosupresión crónica, es decir, aquellas personas en las que su sistema inmune no funciona adecuadamente por un proceso de enfermedad (personas con SIDA, por ejemplo, o bien debido a terapias (corticoides, tratamientos inmunosupresores como en trasplantes, etc.).

Igualmente, aquellas personas con antecedentes familiares y personales, donde existan enfermedades, lesiones consideradas como “precursores o predisponentes” o procesos genéticos (por ejemplo, xeroderma pigmentosus, albinismo, cáncer de piel previo, queratosis actínicas) pueden presentar más riesgo de cáncer de piel.

Puedes consultar las recomendaciones para la protección frente al sol en nuestra web.

La autoexploración, clave en la detección precoz del cáncer de piel

Para acabar de conocer nuestra piel veamos qué son los lunares y por qué es importante autoexplorarnos.

Los lunares comunes son lesiones de la piel que se van formando cuando las células que producen la pigmentación (color) crecen en grupos.  Son lesiones benignas (no cancerosas) que aparecen en las partes del cuerpo que han sido expuestas a la radiación solar y suelen ser redondos u ovalados y con un color uniforme (pardo-marrón).

No obstante, existe otro tipo de lunar algo diferente al común, llamado “lunar atípico” o “nevo displásico”. Suelen ser más grandes que los lunares comunes, cuyo color y superficie son diferentes y sus bordes son irregulares. También, aparecen en las áreas expuestas al sol y, aunque sigue siendo una lesión benigna, la presencia de nevos displásicos son factores de riesgo del melanoma, el cáncer de piel más agresivo.

Tanto los lunares comunes como los atípicos se deben vigilar para detectar si aumentan de tamaño o de grosor, si cambian de textura o color, si aparece inflamación alrededor, sangre o herida, y si produce dolor o picor.

Autoexplorar nuestra piel frecuentemente, revisando los lunares con atención, puede ayudar a la detección precoz del cáncer de piel y con ello, mejorar la supervivencia.

Además, la autoexploración es un método eficaz para el diagnóstico temprano del melanoma, el cáncer de piel con peor pronóstico, y puede ayudar a tratarlo a tiempo y aumentar la probabilidad de curar la enfermedad.

Para ello, se utilizan los criterios ABCDE:

  • Asimétrico: la lesión tiene una mitad distinta a la otra.
  • Bordes irregulares: son desiguales y mal definidos.
  • Colores distintos: en la misma lesión puede haber diferentes colores, como negro, marrón claro y marrón oscuro. A veces también hay tonos rosados, rojos, azules y blancos.
  • Diámetro aumentado: son lesiones que han aumentado su tamaño, normalmente superior a 6 milímetros.
  • Evolución: en poco tiempo el lunar sufre modificaciones en sus características.

Criterios ABCD del melanoma

Aprende a examinar paso a paso tu piel en nuestra web.

¿Qué es lo que debo buscar?

Los cánceres de piel pueden aparecer de diversas formas, por ello es importante que en la autoexploración busques:

  • Nuevas manchas, lunares, protuberancias o lesiones en la piel que crecen y/o cambian
  • Lesiones que sangran y/o no cicatrizan
  • Manchas enrojecidas, ásperas o escamosas que incluso podrían formar costra
  • Nuevas lesiones similares a una verruga
  • Nuevo lunar con una forma anómala, colores diferentes y/o bordes irregulares

Si durante una autoexploración rutinaria observas alguna lesión con tales características, acude a un dermatólogo para que realice una exploración más exhaustiva y pruebas complementarias.

Ahora que ya conoces tu piel, recuerda evitar la exposición excesiva al sol y utilizar la protección solar adecuada, te ayudará a prevenir el cáncer de piel.

Contenido relacionado